Pedro Carrasco Garrorena

1883 - 1966

Física

Pedro Carrasco Garrorena

1883 - 1966

Física

El exiliado estelar

Pedro Carrasco Garrorena fue uno de esos físicos españoles de los que muy poca gente habla. En pocas facultades de Física de España se le menciona y en muchas ocasiones pasa desapercibido. Fue uno de esos científicos a los que la dictadura franquista forzó a emigrar a pesar de su relevancia para la ciencia en España. Quizá por eso sea más conocido en el país que lo acogió, México.

Pedro nació el 17 de noviembre de 1883 en Badajoz, aunque algunas fuentes datan su nacimiento el 16 de noviembre. Esta discrepancia se cree que es debida a que fuera registrado al día siguiente de su nacimiento. Fue miembro de una familia numerosa en la cual algunos de sus hermanos destacaron por sus cualidades artísticas. El mismo Pedro practicó el arte de la pintura y algunos de sus cuadros se encuentran en algunos museos. Sin embargo, abandonó sus dotes artísticas para dedicarse a la ciencia.

Pedro Carrasco Garrorena

Obtuvo el grado de Bachiller en 1900 con una nota de sobresaliente en el Instituto de segunda enseñanza de Badajoz, donde destacó por sus notas y su afán de superación. A este respecto hay que notar que, en aquella época, se podía optar por conseguir premio en las asignaturas cursadas. La obtención del premio se conseguía tras presentarse a un examen adicional, vía solicitud previa, que corregía un tribunal. No es de extrañar que prácticamente todas las asignaturas que cursó en Bachiller tuvieran una calificación de sobresaliente con premio, salvo alguna como Gimnástica que en su expediente aparece simplemente como «cursada».

A pesar de su interés en la ciencia, durante sus años en el Instituto se centró en las artes y la literatura y, junto con sus compañeros, fundó la revista quincenal Pax-Augusta, donde se trataban estas ramas del saber.

Tras obtener el grado de Bachiller se examinó para obtener el premio especial de la sección de ciencias. Premio que consiguió tras realizar un ejercicio sobre física y otro sobre entomología (la ciencia que estudia los insectos). Con las 250 pesetas del premio se trasladó a Madrid para estudiar Física. Además de ese premio consiguió una beca de 1500 pesetas que le concedió la Diputación Provincial de Badajoz. Por si fuera poco, también fue galardonado con la pensión universitaria que otorgaba doña Eduvigis Rodríguez de Cela, viuda del catedrático Dr. Sáenz Díez.

Ya en Madrid, cursó la carrera de Ciencias Físicas entre 1900 y 1904, obteniendo 5 matrículas de honor, 3 sobresalientes y 4 notables. Al terminar la carrera se examinó del grado de licenciado y consiguió superarlo con sobresaliente. Como ya era normal en él, se presentó al premio extraordinario de licenciatura y se lo concedieron por un trabajo sobre la teoría del potencial electrostático.

Se doctoró en 1906 con una tesis sobre el poder rotatorio, como función de la longitud de onda y de nuevo consiguió una calificación de sobresaliente. Esta nota le garantizaba poder presentarse al premio especial de doctorado. Así lo hizo y consiguió dicho premio.

No contento con preparar la tesis, en 1905 se presentó a una oposición para acceder al Observatorio Astronómico de Madrid, plaza que consiguió y donde comenzó a colaborar en la elaboración de unas tablas para el Resumen de Observaciones Meteorológicas que se publicó en 1906.

La fundación de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) en 1907 constituyó un hito para fomentar que investigadores jóvenes españoles realizaran estancias en el extranjero. Pedro se aprovechó de ello y en 1910 consiguió una ayuda para estudiar durante 3 meses aplicaciones de la espectroscopía en la astronomía en Meudon y París (Francia) y en Potsdam (Alemania). Al año siguiente volvió a solicitar la estancia y se fue a Inglaterra para realizar estudios de astrofísica.

El Observatorio Astronómico de Madrid se involucró en la observación del eclipse solar del 17 de abril de 1912 en la localidad de Cascabelos (León). Dada la experiencia que Pedro adquirió en sus estancias en el extranjero en materia de espectroscopía, se le encomendó la tarea de obtener espectros cromosféricos mediante fotografías. Para ello desarrolló un montaje que puso a prueba los días anteriores al eclipse tomando espectros de las estrellas Sirio y Arturo desde el observatorio.

El estudio de las fotografías de estos espectros cromosféricos tuvo como resultado la elaboración de un catálogo con información sobre 2000 líneas espectrales de la cromosfera del sol. A raíz de este estudio, Pedro participó en la observación en el eclipse de 1914.

El resultado de sus observaciones en estos eclipses fue la publicación de varios artículos en los que reporta el descubrimiento de una nueva línea en la región del rojo del espectro y de la baja intensidad en la región del verde.

La vida académica de Pedro en España estuvo llena de nombramientos y cargos diversos, gracias a la superación de diversas oposiciones, algunas de ellas con la competencia de opositores con influencias que llegaban hasta la Casa Real. Esta carrera culmina en 1932 cuando es nombrado decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.

Fue durante estos años cuando Pedro desarrolló otra faceta que ha pasado ampliamente desapercibida pero que consideró especialmente importante: la pedagogía. Su análisis sobre pedagogía social se basó en su amplia experiencia en el ámbito científico, es decir, aplicó la secuencia orientación del problema, establecer el método de estudio, estudiar el problema y extraer conclusiones.

En la primera parte de su pedagogía social, Pedro mantiene que la educación con alcance universal es el camino para solucionar los problemas sociales y políticos para conseguir que la civilización humana pueda progresar. En la segunda parte analiza los métodos de la física y los conceptos de la biología en el estudio de la formación cultural del hombre.

Posteriormente, durante la Segunda República fue ganando posiciones en la escala académica gracias a la acumulación de diversas cátedras.

Sin embargo, tras el golpe de Estado de 1936 contra el gobierno legítimo de la segunda república, impulsado por Francisco Franco y otros cargos de la cúpula militar, se anuncia mediante una orden publicada en el Boletín Oficial del Estado de 7 de febrero de 1939, que «Dados los antecedentes completamente desfavorables y en abierta oposición con el espíritu de la Nueva España de los señores catedráticos que a continuación se relacionan…» se separó del servicio a diez catedráticos entre los que se encontraba Pedro Carrasco Garrorena.

Ilustración de Mikel Murillo para Ciencia de acogida

Tras esta notificación comienza el exilio de Pedro. Durante los primeros días se le encuentra en Toulouse donde, además de Francia e Inglaterra, había recibido ofertas de trabajo. Finalmente se decide por emigrar a México llegando ese mismo año con su mujer Magdalena y su hijo Pedro. Se cree que llegó en el barco Flandre que atracó en Veracruz en mayo de 1939. A su llegada fue miembro de la Casa de España en México que deseaba tener a un nutrido grupo de republicanos españoles entre sus filas.

Poco después de llegar a México, el escritor mexicano Alfonso Reyes Ochoa, que había estado exiliado en España unos años antes y que en 1939 formaba parte del servicio diplomático mexicano, comenzó a contactar con diversas personalidades para conseguir que Pedro se incorporara como docente en el Instituto Politécnico Nacional.

En 1940 se le concede asilo político junto con su mujer y su hijo y comienza a desarrollar su carrera profesional en México.

Ese mismo año da una serie de cuatro conferencias sobre La mecánica cuántica y sus aplicaciones a la astrofísica y como miembro de la Casa de España en México también impartió cursos sobre física para físico-matemáticos en la escuela preparatoria de Coyoacán.

También se incorporó a la Universidad Nacional de México, formando parte de la Facultad de Ciencias e impartiendo cursos sobre óptica geométrica, espectroscopía o historia de la física entre otros.

Por otro lado, en la Escuela Normal Superior volvió a dar clase sobre una de las áreas en las que comenzó su carrera, la meteorología. Al mismo tiempo estuvo adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universidad Nacional de México, en el Departamento de Geografía, donde también pudo impartir asignaturas de meteorología y climatología, además de una introducción a la geofísica.

Durante su estancia en México, retomó su faceta editorial de revistas, al igual que había hecho en el Instituto en Badajoz, y fue nombrado director de la Revista Geográfica del Instituto Panamericano. Al mismo tiempo comenzó a desarrollar una labor divulgadora de la ciencia y, en México, publicó varios libros cuyos títulos que denotan su pasión por la astronomía: El cielo abierto, Razón y vida de las estrellas, publicado en 1940 o Una excursión por el universo, de 1952.

Pedro Carrasco Garrorena dedicó gran parte de su vida a la ciencia, con un especial énfasis en la astronomía —destacando en el estudio de la corona solar— y la meteorología, sin olvidar otras ramas de la física. De joven cultivó el arte y la literatura y se adentró en la pedagogía. Fue un científico español realmente completo que, desgraciadamente, la dictadura española y las ideas políticas nos arrebataron antes de su muerte el 22 de octubre de 1966 en México D.F.

Bibliografía recomendada

—Romera Iruela, M.J, González Redondo, F.A. 2005. La pedagogía social de Pedro Carrasco Garronera (1930-1931). Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, núm. 12-13: 209-231
—Fernández Pérez, I. Docobo Durántez, J.A. 2014. 13 Biografías de astrónomos españoles de referencia en el siglo XX. Observatorio Astronómico Ramón Mª Aller: 6-7
—Vaquero Martínez, J.M, Cobos Bueno, J.M. 2000. Pedro Carrasco Garronera (1836-1966): Una aproximación a su biografía (I). Llull, Vol. 23: 711-733
—Piña, E. El profesor Pedro Carrasco Garronera. Revista Mexicana de física, E 54 (2): 226-233