La investigación multidisciplinar de esta época lleva el nombre de Faustino Cordón. Investigador en farmacia, química y biología, también estudió dibujo en París. La Guerra Civil le cogió en el laboratorio de la Institución Libre de Enseñanza, donde preparaba su doctorado. Por sus conocimientos de química, el gobierno de la Segunda República le nombró director de la industria de la guerra. Al finalizar la contienda fue detenido en Alicante e internado en varios campos de concentración hasta 1941. Tras su liberación continuó su investigación, siendo el descubridor de la insulinasa, así como uno de los principales baluartes de la biología evolutiva, siendo el creador de la Fundación para la Investigación Teórica y Aplicada sobre Biología Evolucionista. En el campo de la química orgánica en general y de las sustancias naturales en particular hay que destacar al químico Ignacio Ribas Marqués, discípulo de Antonio Madinaveitia y creador de una prestigiosa escuela de química de productos naturales en la Universidad de Santiago. Estudió tanto la función de las hormonas en los insectos como de los alcaloides vegetales. Fue el descubridor de varias de estas sustancias a las que nombró santiaguina, pontevedrina, orensina y coruñina.