Rita Levi-Montalcini

1909 - 2012

Fisiología

Rita Levi-Montalcini

1909 - 2012

Fisiología

La científica librepensadora del conocimiento y la cultura

«El cuerpo hace lo que quiere. Yo no soy mi cuerpo: soy mi mente»

La transcendencia histórica de Rita Levi-Montalcini como científica y defensora de los derechos humanos quedará reflejado en este artículo que se presenta, y que nos lleva a hacer una escueta semblanza biográfica de la misma.

Nace en Turín (Italia), el 22 de abril de 1909,  la neurocientífica laureada y senadora vitalicia Rita Levi-Montalcini. De familia sefardí con alto nivel cultural, circunstancias que fueron   fundamentales en el desarrollo de su vida personal y carrera profesional. Ella  estuvo siempre en contacto con el mundo intelectual de la ciencia y las artes, por un lado gracias a su padre Adamo Levi, ingeniero eléctrico, y a su madre Adele Montalcini, pintora, además de familiares cercanos dedicados a la química y las matemáticas.

Rita recibió influencias externas que gestionaron sus ideales sobre diversos asuntos sociales como fue el caso del feminismo. Gracias a grandes autoras de la literatura como Virginia Wolf y Emily Bronte o John Stuart Mill con su ensayo El sometimiento de las mujeres, darán lugar a su incondicional defensa de los derechos de la mujer. Un ideal nuevo ante la ausencia de bases científicas en los conceptos preconcebidos de la sociedad victoriana. En medio de su timidez juvenil, las lecturas recomendadas por su hermana mayor, Anna, van incrementando su conocimiento humanístico que lo hacen madurar en la dirección que Rita eligió, muy distinta a la corriente de las jóvenes de su época. 

La educación recibida, basada en grandes valores morales, rodeada de un llamativo ambiente intelectual y la prematura muerte por cáncer de estómago de su cuidadora Giovanna, la llevó a tomar la precoz decisión de estudiar para llegar a ser  una científica dedicada a los necesitados. Sin embargo, contradijo los deseos de su padre que quería para ella una vida matrimonial alejada del mundo académico. Tras tomar esta decisión y contar con el permiso paternal, inició su carrera científica, aunque tuvo que  trabajar en una panadería para poder pagar sus  estudios.

Al parecer, ella siempre tuvo las ideas claras. En 1930 consiguió matricularse en la especialidad de Medicina (donde coincidió con su prima, la científica Eugenia Sacerdote de Lustig) del Instituto de Anatomía Humana de la Universidad de Turín, donde se gradúa en 1936, con excelentes resultados académicos, obteniendo la calificación Summa Cum Laude. Sus primeras investigaciones acerca del sistema nervioso fueron como ayudante de su profesor Giuseppe Levi, y comienza a desarrollar su tesis centrada en el estudio del crecimiento de las neuronas.  Pero en 1938, con la gestación de la II Guerra Mundial y, sobre todo, debido a las persecuciones antisemitas promulgadas por Mussolini a través de su Manifesto per la Difesa della Razza, determinan su vida en esos años al impedirle ejercer su profesión. Rita y su familia se enfrentan a una inminente guerra y a su nueva situación de marginación, por lo que deciden huir del fascismo para refugiarse en Bruselas, donde pudo colaborar en el Instituto Neurológico hasta la llegada de Hitler al poder. 

Dos años más tarde, y tras la invasión alemana, la familia regresa a Italia, donde poco tiempo después entrará en guerra. Pero Rita no desiste y, alimentada por el consejo de un buen amigo y sin resignarse a la inactividad, comienza su investigación en un precario laboratorio de neuroembriología experimental que construye en su propio dormitorio. Los bombardeos de Turín, el miedo y la desesperación, les lleva de nuevo a mudarse a una casa de montaña en Astigiano, donde establece de nuevo su laboratorio para seguir tenazmente con su espíritu investigador. Los hechos se repiten y, en 1943, Rita y su familia tuvieron que trasladarse clandestinamente y ocultarse de las persecuciones raciales en Florencia durante dos años. Allí ejerció como médica y enfermera en un campo de refugiados de guerra. Este hecho le hizo tomar otras decisiones: se convertiría en una pacifista convencida del desarme, y decidió no ejercer la medicina por no poder permanecer impasible ante el sufrimiento ajeno.

Al  terminar la II Guerra Mundial, vuelve a su ciudad natal, aceptando su antiguo puesto como ayudante de Giuseppe Levi. Ese mismo año de 1946, debido a la precaria actividad científica durante la guerra, acepta la invitación del científico Viktor Hamburger para una estancia de investigación de un semestre en la Universidad de Washington de Saint Luis en Misuri. Estancia que alargó 30 años. 

Durante este periodo, asistió a los experimentos sobre cultivos in vitro en el Instituto de Biofísica de la Universidad de Río de Janeiro en 1952 y tan solo un año más tarde regresa a Saint Louis para —en los años siguientes— ejercer la docencia en la cátedra de Neurobiología e investigar, junto con el bioquímico Stanley Cohen, en la identificación del factor de crecimiento nervioso (denominado NGF, del inglés Nerve Growth Factor), hito que consiguieron en 1956.

El resultado de sus estudios demostró que se generan más neuronas de las necesarias y luego se regulan por eliminación o muerte neuronal programada, lo que «permite la supervivencia de las neuronas sensoriales necesarias». Este descubrimiento sobre el crecimiento de las células neurológicas y, en concreto, por la identificación del primer factor de crecimiento conocido les sirvió a Rita Levi-Montalcini y a Stanley Cohen para ganar el Premio Nobel de Medicina en 1986, siendo la 6ª mujer en conseguir este galardón. 

A Rita Levi-Montalcini se le considera una precursora no solo en el campo de la neurobiología, sino que sus descubrimientos han supuesto un gran avance hacia lo que hoy en día conocemos como biología celular. 

Rita, soltera y feminista, tuvo su propio lema: «yo soy mi propio marido». Una actitud que demostraba su independencia, inteligencia, valentía y fortaleza, una actitud que imprimía en todos sus proyectos personales y profesionales, donde quiso demostrar que el talento no es una cuestión de género porque las mujeres y los hombres tienen la misma capacidad intelectual. Por su espíritu de mujer emprendedora funda en los años sesenta del pasado siglo el Instituto de Biología Celular del Consejo Nacional de Investigaciones en Roma, ciudad en la que vive con su hermana gemela Paola tras la muerte de su madre. Entonces su vida se desarrolla entre dos continentes: Europa y América, y con sucesivos viajes hasta mudarse definitivamente a la capital italiana tras su jubilación a finales de los setenta. 

Su vida no se puede entender sin su humanismo. Para ella, la medicina supuso una herramienta personal para ayudar a los que no tuvieron su suerte y aunar su actividad científica y social como una misma cosa. Rita fue defensora de los valores éticos sin esperar recompensa ni reclamar el derecho de los científicos a intervenir en este ámbito.  La notoriedad e importancia de sus ideales estuvieron presentes en la fundación que lleva su nombre Rita Levi-Montalcini Onlus, creada con el objetivo de ayudar a las mujeres jóvenes africanas a liberarse de la opresión religiosa y social, con proyectos de alfabetización y becas de estudios. Diez años más tarde, en 2004, fue creado el European Brain Research Institute (EBRI) para seguir su actividad docente e investigadora sobre el factor de crecimiento nervioso y supervisar los experimentos de científicas jóvenes que siguen aprendiendo sobre este factor que ella misma descubrió en 1956.  

Pocos años antes de morir ella misma decía: «A los 100 años sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años».

En sus últimas décadas en Italia quiso dar un giro a su vida comenzando a escribir sobre esas cuestiones, necesitadas de nuevas respuestas de cara a un futuro, y la supervivencia de la especie humana. Rita, librepensadora incansable en cuanto al conocimiento y la cultura, buscó el compromiso ético del pensamiento científico y la responsabilidad de la ciencia con la sociedad por demostrar la verdad. Por ello, su bibliografía está apoyada en sus experiencias, tanto en lo personal como en lo profesional, describiendo sus emociones, sus pensamientos y destacando las relaciones humanas que había marcado y pasado por su larga vida. 

Obra de Ángela Alcalá sobre Rita Levi-Montalcini para Ciencia de Acogida. Créditos de Ángel Nájera.

Ella  comenzó a ver sus méritos reconocidos a partir de 1968, siendo la primera mujer admitida en la Academia Pontificia, además de premios, galardones y nombramientos como ser la 10ª mujer miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, Medalla Nacional de la Ciencia en EEUU, doctora honoris causa por la Politécnica de Turín, por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad McGill, senadora vitalicia del gobierno de la República de Italia; además de obtener el Diploma Internacional Ramón y Cajal, médico español al que admiró por ser una de sus fuentes científicas y personales de inspiración durante sus inicios como investigadora. 

Especializada en neurología, feminista y laica, Rita Levi-Montalcini ha seguido su espíritu investigador y pensador hasta su muerte. Logrando mantener su mente activa, con alta capacidad de raciocinio, con la misma claridad y fuerza que de joven, e incluso aumentando su capacidad mental gracias a la experiencia. Sin olvidar que fue la primera ganadora del premio Nobel que ha llegado a vivir más de un siglo, falleciendo el 30 de diciembre del 2012 en su casa de Roma a los 103 años de edad. 

«Se apagó como se puede apagar una larga y trabajosa existencia que fue feliz, sobre todo en los momentos de trabajo» (su sobrina Piera Levi-Montalcini).